La Terapia Akáshica indaga en un nivel de energía causal, aportando soluciones extraordinarias para salvar situaciones inexplicables de nuestra vida.

lunes, 16 de enero de 2012

Un día llega la muerte, allí ¿qué pasa?

Extracto del libro "Los 20 Senderos del Despertar Espiritual"
Llegó el momento de alcanzar el vigésimo sendero. Me preguntaba cómo el eremita se iba a despedir de mí. Él me dio el último gran golpe. Me contó su próxima muerte, la mía y la de todos los que leen estas líneas.

Así habló el eremita:

“Hijo mío. Tú que acabas de experimentar en tu carne y en el fuego de tu corazón lo que es el despertar espiritual, ahora comprendes que la vida vale porque prepara para la muerte, y que la muerte se justifica para cumplir con la alquimia del renacer.
Debes, como último testimonio de mis maestros, transmitir a los hombres que te escuchen qué es verdaderamente “morir”.
Sea cuál fuere el modo en que desencarnes, sea suave o brutal, con o sin sufrimiento, lo único que cuenta es saber en qué estado de conciencia vas a morir. Este estado de
conciencia condiciona si vas a renacer, y cómo sucederá esto.
Desde mi espíritu, mi mente recibe la orden de describirte cómo voy a desencarnarme en pocas horas.
Voy a tomar mi último té en esta caverna donde escuché toda la naturaleza y visité todo el universo. Cuando la última brasa se haya apagado el momento de mi última liberación habrá llegado. Entonces tomaré este cuchillo que guardo desde hace varios años a este efecto. Removeré unas piedras en el fondo de mi gruta para abrir ese orificio que cerré hace 77 años, después de visitar las grutas a las cuales conduce. Con gran cansancio de mi cuerpo, pero con gran fuerza de mi espíritu, moveré las piedras hasta poder entrar por el orificio. Empezaré a caminar a la luz de una antorcha, sintiendo más luz en mí que si todas las luces del universo alumbraran esta gruta. Llegaré a una pequeña playa de fina arena al borde de un río subterráneo, donde vi mi propia muerte hace 77 años. Allí haré mis últimas abluciones y sentaré mi cuerpo y mi alma en posición de loto, esperando que las fuerzas del cosmos envíen a todas mis células la orden de liberación.
Sé que mi cuerpo se hará polvo, en la más noble de las sepulturas, la matriz de nuestra madre, la tierra. Mientras tanto, mi cuerpo del alma saldrá y volará hacia una dimensión inalcanzable para nuestra imaginación. Mientras mi cuerpo se descomponga, seis de mis cuerpos invisibles se disolverán lentamente. En tu lenguaje de occidental los nombraste cuerpo de la causalidad del tiempo, cuerpo de los automatismos, cuerpo kármico, cuerpo de causalidad de la naturaleza, cuerpo de los deseos y cuerpo morfogenético. Antes, en el momento justo en que se interrumpan mis funciones corporales, el cuerpo del alma que mora en mi órgano llamado corazón habrá dejado de hacer circular la energía entre los
dieciocho cuerpos que describiste. Tal como el corazón impulsaba la sangre por mis arterias, este cerebro del cuerpo del alma impulsaba la energía circulante entre mis
dieciocho cuerpos. De aquí nace la vida. Ésta es la primera definición de la vida que encuentras: el movimiento. Cuando mi cerebro del cuerpo del alma reciba la vibración cósmica que le ordene cesar el movimiento, sucederá lo que vosotros, los dormidos,
llamáis“la muerte”. Mientras que los humanos que hayan alcanzado los dos primeros estados de conciencia, gracias al despertar espiritual, lo llaman “el inicio del gran
viaje”.
En efecto: todo despertar espiritual cambia de dimensión, se aleja del hombre para ir en dirección de Dios, y destruye todos sus cuerpos sin excepción. De él no quedará nada. Este hombre se transformará en un oído de Dios, que a veces aceptará escuchar a los hombres.
De allí nacen los que llamamos «santos». Toma conciencia, joven occidental, esto es accesible a todos los hombres... Sólo les falta saberlo, desearlo y hacerlo.
Por desgracia, si cuatro de cada cien hombres pueden aspirar al despertar espiritual, cuarenta de cada cien tendrán la muerte del hombre burdo. Su alma se va, pero
no teniendo la fuerza suficiente que otorga el despertar espiritual, ella regresará y será obligada a reencarnarse. Los seis cuerpos que indiqué anteriormente también
quedan congregados y pueden permanecer así durante tres años de tiempo humano, pero como les falta un guía, terminarán por disolverse también. Por ello el hombre burdo puede decir: yo soy nada, y a ella retornaré.
Muy distinta es la muerte que espera al alquimista o al que se llamará también reencarnación viviente”. Simultáneamente su alma quedará pegada a los seis cuerpos indicados y podrá reencarnarse con ellos en un nuevo cuerpo. Imagina los poderes que esto otorga a un hombre. Sólo el tres por mil de los hombres se beneficia con tal ventaja, debido a lo excepcional de su misión en el planeta.
Sabe, por fin, lo más terrible que espera a cincuenta y cuatro hombres de cada cien: su alma se va pero se verá obligada a reencarnarse. Su fuerza centrífuga era demasiado pequeña para poder escaparse del plano humano. Mientras tanto, el cuerpo que llamas angélico o diabólico se desencarna junto a los otros seis cuerpos sutiles y se convertirá en el guía de este “espíritu”. Este guía permanecerá para cumplir una tarea que podrá ser positiva o negativa. En efecto, este desencarnado es también llamado "fantasma". Es con él que los ocultistas y los espiritistas establecen comunicación.
El modo de vivir de una persona implicará que será su cuerpo diabólico o su cuerpo angélico el que tome el mando de los seis cuerpos.
Comprendes entonces, joven occidental, por qué morir es sólo nacer.
Ya veo que la última brasa se está apagando. Bendigo a los ciegos que lean este testamento... Ellos verán.”


No hay comentarios: