La Terapia Akáshica indaga en un nivel de energía causal, aportando soluciones extraordinarias para salvar situaciones inexplicables de nuestra vida.

jueves, 12 de enero de 2012

Entonces, ¿hasta dónde puede llegar el hombre?

Desde el estado de conciencia donde se desempeña (el mundo a tres dimensiones) puede quedarse toda la vida, o alcanzar las veintidós dimensiones del Despertar Espiritual. El desarrollo de sus cuatro fetos, la apertura de su Tercer Ojo, la intensidad de su Kundalini, la retroactividad de sus actos, hará que alcance varias otras dimensiones.
Todo progreso podrá leerse en su conciencia bioenergética. Por lo cual este dicho del espiritualismo es cierto: «Cuando el alumno está listo, el maestro aparece». Siempre hay seres de alto nivel espiritual, encarnados o no, cuya función es la de ser jardineros espirituales, creadores de «buscadores en el sendero». No es necesario llamarlos para que vengan. Podemos hacernos más rápidamente evidentes a ellos, acelerando nuestra evolución interna por medio de rituales iniciáticos.

Un hombre neuronal trabaja para alcanzar un objetivo y se contenta con lo estático del resultado, ignorando que lo estático es la muerte.

En cambio, el hombre bioenergético trabaja porque sabe que su trabajo mueve el universo. Asimismo, sabe que cuando su trabajo se pone en movimiento, copia el movimiento del universo, se sincroniza con él, y convoca grandes cantidades de energía de vida que aumentan su potencial.
Ningún filósofo puede evaluar en qué proporción el hombre copia el universo o el universo
se sincroniza con la conciencia humana. Si bien es así, el hombre tiene verdaderamente el
poder casi divino de influir sobre los acontecimientos. No es el propósito del autor responder
en esta obra sobre el tema, pero es un punto de interrogación que todo pensador puede considerar.

Fuente: "Bioenergía Revelada"

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