Desde que nacemos hasta que morimos, nuestro ser bioenergético fabrica a nuestro alrededor una capa nueva de energía, cada 72 hs., donde se congelan los traumas o situaciones de vida, pero también los automatismos de lo que aprendemos, incluyendo en esta definición: los aprendizajes didácticos, los aprendizajes energéticos, neuróticos, de conducta y emocionales. Esto explica por qué en «tecnología de la consciencia» otra división de la T.Ak., enseñamos que la creación de los automatismos cuesta un mínimo de 3 días de repetición.
La sucesión de ellas hace suponer que el inconsciente colectivo creó este objeto decorativo llamado Mamuschka, (muñecas rusas insertadas unas en otras). A título de ejemplo, una persona de 50 años tiene aproximadamente 18.250 capas invisibles donde está escrita su historia, la negativa y la positiva, tal como si se tratara de fotografías negras o coloreadas que flotan alrededor de ella.
Cuando conduzcamos un análisis sobre un paciente, gracias a la máquina de acceso a los Registros Akáshicos, podremos percibir estas imágenes, no en el orden cronológico de su aparición, sino de un modo que será más provechoso para el tratamiento. El terapeuta pregunta, y la máquina elige la capa generadora del mayor trastorno, la que es oportuno y posible sanar, que es en general la del plano causal más alto.
A lo largo del tratamiento, las capas irán presentándose, según una lógica que corresponde a la de los Registros Akáshicos, muy diferente de la lógica humana.
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